Las entrevistas de trabajo pueden ser momentos de mucha tensión, especialmente cuando queremos causar una buena impresión. A veces, sin darnos cuenta, cometemos errores que pueden afectar nuestras oportunidades, pero la buena noticia es que la mayoría son fáciles de evitar con un poco de preparación y consciencia. Aquí te compartimos algunos de los errores más comunes y cómo afrontarlos de manera más natural.
No investigar sobre la empresa
Imagínate que te preguntan: “¿Por qué quieres trabajar aquí?” y tu mente se queda en blanco. Es una situación incómoda, y aunque tengas muchas ganas de conseguir el puesto, si no sabes nada sobre la empresa, es difícil demostrarlo. Los reclutadores valoran a los candidatos que han investigado, que entienden los valores de la compañía y que pueden explicar por qué encajan en el equipo.
Tomarse unos minutos para leer sobre la empresa, su historia y su cultura puede marcar la diferencia. No necesitas memorizar toda su trayectoria, pero conocer su misión y entender su industria te dará más confianza y mostrará tu interés genuino.
Llegar tarde… o demasiado temprano
La puntualidad es clave, pero hay una delgada línea entre llegar a tiempo y hacer que el entrevistador se sienta presionado. Llegar tarde puede dar una impresión de falta de compromiso, mientras que aparecer con demasiada antelación puede generar incomodidad. Lo ideal es planificar bien la ruta si la entrevista es presencial o probar la conexión y el equipo con anticipación si es virtual. Estar en el lugar entre 5 y 10 minutos antes demuestra profesionalismo sin parecer ansioso.
Lenguaje corporal que no transmite seguridad
Las palabras son importantes, pero lo que tu cuerpo dice sin que te des cuenta también influye. Una mirada esquiva, brazos cruzados o moverte demasiado pueden dar la impresión de nerviosismo o inseguridad. En cambio, una postura relajada, contacto visual y una sonrisa natural pueden hacer que tu mensaje sea más claro y convincente.
No se trata de actuar como alguien que no eres, sino de encontrar un equilibrio. Imagina que estás conversando con alguien que realmente te interesa conocer; eso te ayudará a proyectar una actitud más natural y segura.
Respuestas desorganizadas o demasiado cortas
A veces, en el afán de querer decirlo todo, respondemos sin estructura, y el mensaje se vuelve confuso. Otras veces, por los nervios, damos respuestas demasiado breves que no reflejan bien nuestras habilidades.
Una buena forma de evitar esto es pensar en ejemplos concretos de experiencias pasadas que muestren lo que sabes hacer. Si te preguntan sobre un reto que superaste en el trabajo, en lugar de dar una respuesta vaga, puedes contar una historia breve pero impactante. Usar la técnica STAR (Situación, Tarea, Acción, Resultado) ayuda a mantener las ideas organizadas sin sonar ensayado.
Hablar mal de experiencias anteriores
Es normal haber tenido experiencias laborales difíciles, pero una entrevista no es el momento para desahogarse sobre un jefe complicado o una empresa en la que no te sentiste valorado. Criticar a empleadores anteriores puede hacer que el entrevistador se pregunte si harías lo mismo sobre su empresa en el futuro.
Si te preguntan sobre una mala experiencia, en lugar de enfocarte en lo negativo, puedes hablar de lo que aprendiste y cómo creciste profesionalmente. Así, demuestras madurez y capacidad de adaptación.
No hacer preguntas al final de la entrevista
Cuando el entrevistador pregunta: “¿Tienes alguna pregunta?” y la respuesta es un simple “No”, puede parecer que no tienes interés en la empresa. Hacer preguntas no solo muestra entusiasmo, sino que también te ayuda a saber si realmente ese puesto es para ti.
Preguntar sobre el equipo de trabajo, las oportunidades de crecimiento o la cultura de la empresa te permitirá conocer más sobre lo que puedes esperar si consigues el puesto. Además, genera una conversación más auténtica y te ayuda a conectar con el entrevistador.
Olvidarse del seguimiento
Muchas personas terminan la entrevista y simplemente esperan la respuesta. Pero un pequeño gesto, como enviar un correo de agradecimiento, puede hacer que te recuerden de manera positiva. No tiene que ser un mensaje extenso, solo unas líneas expresando tu gratitud por la oportunidad y reiterando tu interés en el puesto.
Este tipo de detalles muestran profesionalismo y refuerzan tu imagen ante el empleador. Además, si después de unos días no has recibido respuesta, un mensaje breve preguntando sobre el estado del proceso puede demostrar tu iniciativa sin ser insistente.
Todos hemos cometido alguno de estos errores en entrevistas, y es completamente normal. La clave está en aprender de ellos y estar mejor preparados para la próxima oportunidad. Con un poco de práctica, seguridad y autenticidad, puedes convertir la entrevista en una conversación fluida donde realmente muestres lo mejor de ti. Al final, se trata de encontrar un lugar donde puedas aportar y crecer, y estos pequeños ajustes pueden acercarte aún más a esa meta.